La motivación llega y debes buscarla, pero ¿cómo?

¿Te ha pasado que debes hacer algo importante, las ideas no vienen a tu cabeza, todo está en blanco y no sabes qué hacer? ¿Te ha pasado que sientes que te falta algo, pero no es nada físico? ¿O que no tienes ganas de dormir aunque literalmente no estés haciendo nada a mitad de la noche? ¿Ya no sabes por qué estás haciendo las cosas? ¿Tienes estas y muchas pero muchas preguntas? 



A veces perdemos nuestro camino, se nos olvida hacía a dónde vamos, o porqué estamos haciendo lo que hacemos. Nos hemos distraído; es posible que cualquier problema que tengas no te deje ver hacia adelante; te preocupas, te quejas y no sabes por qué te está pasando lo que te esté pasando y esa incertidumbre te mata poco a poco.


Quizás has olvidado todo aquello que te motiva. A todos nos pasa, ¿un mal día? ¿Problemas? Cualquier mala experiencia que hayas vivido. Pero antes de perder las esperanzas, o de caer en depresión:

¿Estás haciendo lo que te gusta hacer? Creo que esa es la primera cosa que debes preguntarte. Cuando Dios te creó, te hizo diferente a todos nosotros, creó tus gustos, de ahí vienen tus pasiones, aquello para lo que eres bueno y te gusta, si te creó con todas esas características, es por algo, su plan para ti va en esa dirección. Si no estás haciendo cosas que te gusten, deja las excusas para no hacerlas, es el primer paso.

Busca algo que te mueva. Quizás no seas escritor/a, pero quiero preguntártelo, ¿qué te motiva? ¿Qué hace que despiertes cada mañana con alegría? ¿Por qué cosas continuas levantándote?

Dicen que un escritor debe tener una musa, algo que dé origen a su inspiración, algo o alguien que lo motive a crear obras de arte convertidas en palabras. ¿Y si ya no tiene una musa que le inspire, se va a quedar sin escribir? Te aseguro que no. 


Dios dispone todas las cosas para bien de los que lo aman. Romanos 8:28
Si todo en tu vida cambia, Dios te hace enfrentar diferentes pruebas para ver cómo las superas, y ver si existe un cambio en cada uno de nosotros, un cambio que nos acerque más a él, porque en los verdaderos desafíos es donde demostramos que tan grande es nuestra fe. Que todo eso por lo que estés pasando te motive y te dé fuerzas para lograr lo que te propones.

Basta con su gracia. 2 Corintios 12:9. Que Dios sea tu salvavidas, que te dé la fortaleza que necesites, que sea tu motivación servirle y amarle, para ser mejor un poco cada día.

Finalmente, el último motor para motivarte, aunque parezca raro, es el miedo, miedo a que tu vida acabe sin haber hecho lo que quisiste. Cuando pensamos en la muerte, cualquier excusa, cualquier problema pierde importancia. Miedo a que no lograste nada de lo que querías. Solo desde ese punto de vista el miedo te va a ayudar a avanzar.

“Tengo miedo de fallar, pero tengo más miedo de no intentarlo.”

Te puede interesar:


Comentarios

Entradas populares de este blog

Vecino del pecado

¿Qué sabes del amor?

Del Porno a Cristo pte 1